El agobio de Occidente

BERLÍN – Las consecuencias caóticas de la desintegración gradual de la Pax Americana cada vez son más evidentes. Durante siete décadas, Estados Unidos salvaguardó un marco global que –a pesar de ser imperfecto, y más allá de los errores que haya cometido la superpotencia- en general garantizó un nivel mínimo de estabilidad. Cuando menos, la Pax Americana fue un componente esencial de la seguridad occidental. Pero Estados Unidos ya no está dispuesto a ser el policía del mundo, o no está en condiciones de serlo.

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