AMSTERDAM – Entre las horrorosas noticias que llegan del Japón, resulta fácil que pase inadvertido el establecimiento de nuevas normas de dirección política... en parte porque los medios de comunicación japoneses siguen los hábitos antiguos de criticar automáticamente la forma como están afrontando el desastre los funcionarios y muchos periodistas extranjeros, que carecen de perspectiva, se limitan a copiar ese tono crítico, pero, en comparación con el período posterior al catastrófico terremoto de Kobe de 1995, cuando las autoridades parecieron lavarse las manos respecto de los sufrimientos de las víctimas, la diferencia no podría ser mayor.
AMSTERDAM – Entre las horrorosas noticias que llegan del Japón, resulta fácil que pase inadvertido el establecimiento de nuevas normas de dirección política... en parte porque los medios de comunicación japoneses siguen los hábitos antiguos de criticar automáticamente la forma como están afrontando el desastre los funcionarios y muchos periodistas extranjeros, que carecen de perspectiva, se limitan a copiar ese tono crítico, pero, en comparación con el período posterior al catastrófico terremoto de Kobe de 1995, cuando las autoridades parecieron lavarse las manos respecto de los sufrimientos de las víctimas, la diferencia no podría ser mayor.