PARIS – Los japoneses y los británicos pueden parecer muy diferentes, pero una mirada más atenta revela que estos dos pueblos isleños comparten algo así como un destino paralelo. Con sus viejas ambiciones imperiales y su desprecio generalizado por los grandes continentes de los que los separan los más estrechos de los mares, tanto los británicos como los japoneses son vulnerables a la melodía de aislamiento de las sirenas. Desafortunadamente, ambos hoy parecen sucumbir a esa peligrosa tentación.
PARIS – Los japoneses y los británicos pueden parecer muy diferentes, pero una mirada más atenta revela que estos dos pueblos isleños comparten algo así como un destino paralelo. Con sus viejas ambiciones imperiales y su desprecio generalizado por los grandes continentes de los que los separan los más estrechos de los mares, tanto los británicos como los japoneses son vulnerables a la melodía de aislamiento de las sirenas. Desafortunadamente, ambos hoy parecen sucumbir a esa peligrosa tentación.