CAMBRIDGE – Hace dos años y medio, algunos altos funcionarios del Banco Mundial abordaron al Premio Nobel Michael Spence para pedirle que encabezara una comisión de alto nivel sobre el crecimiento económico. El problema de que se trataba no podía ser más importante. El “consenso de Washington” –la tristemente célebre lista de lo que debían y no debían hacer los encargados del diseño de políticas de los países en desarrollo—se había disipado prácticamente. Pero, ¿qué tomaría su lugar?
CAMBRIDGE – Hace dos años y medio, algunos altos funcionarios del Banco Mundial abordaron al Premio Nobel Michael Spence para pedirle que encabezara una comisión de alto nivel sobre el crecimiento económico. El problema de que se trataba no podía ser más importante. El “consenso de Washington” –la tristemente célebre lista de lo que debían y no debían hacer los encargados del diseño de políticas de los países en desarrollo—se había disipado prácticamente. Pero, ¿qué tomaría su lugar?