LONDRES – El repentino brote de agitación civil que se extendió por varias ciudades de Irán desde fines de diciembre tomó a casi todos por sorpresa, incluidos el gobierno reformista del presidente Hassan Rouhani, muchos ciudadanos y los observadores. Las protestas, que comenzaron en Mashhad (una importante ciudad religiosa en el noreste del país, bastión de los enemigos conservadores de Rouhani), no tardaron en contagiarse a numerosas ciudades más pequeñas, con una velocidad e intensidad que pocos hubieran podido predecir.
LONDRES – El repentino brote de agitación civil que se extendió por varias ciudades de Irán desde fines de diciembre tomó a casi todos por sorpresa, incluidos el gobierno reformista del presidente Hassan Rouhani, muchos ciudadanos y los observadores. Las protestas, que comenzaron en Mashhad (una importante ciudad religiosa en el noreste del país, bastión de los enemigos conservadores de Rouhani), no tardaron en contagiarse a numerosas ciudades más pequeñas, con una velocidad e intensidad que pocos hubieran podido predecir.