Los costos económicos directos de los ataques terroristas en Estados Unidos podrían alcanzar los 20 mil millones de dólares, según las estimaciones de compañías de seguros, pero los costos indirectos podrían ser 150 veces más que eso, según los derrames de riqueza de aproximadamente 3 billones de dólares de los mercados accionarios mundiales. La grieta refleja el temor a trastornos globales –o incluso una guerra– como resultado de los ataques. La solución económica no es un paquete de estímulos para la economía estadounidense, como algunos apremian, sino medidas que icrementen la confianza para así asegurar al mundo que la actual economía interconectada global seguirá funcionando eficientemente y sin descalabros.
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