tharoor128_SAM PANTHAKYAFPGetty Images_india bjp social media Sam Panthaky/AFP/Getty Images

La nueva política de redes sociales de la India

NUEVA DELHI – A pocas semanas de que culmine la elección general de la India, es necesario revisitar un interrogante crucial: ¿qué papel han jugado en ella las redes sociales?

Según la opinión generalizada, en el contexto indio, siempre deberíamos ser escépticos respecto del alcance y el impacto político de las redes sociales. En 2013, un año antes de la última elección general, la IRIS Knowledge Foundation y la Internet and Mobile Association de la India realizaron un estudio que sugería que, en 160 circunscripciones (de 543 en el Lok Sabha, la cámara baja del parlamento de la India), el margen de victoria era menor que la cantidad de usuarios de redes sociales, o más del 10% de la población estaba en las redes sociales. Estimó que, para la elección de 2014, unos 80 millones de indios estarían utilizando las redes sociales, y aseguraba que éste era un banco de votos que ningún político podía darse el lujo de ignorar.

Si eso era válido entonces, lo es mucho más hoy. No he visto un estudio comparable recientemente, pero las cifras por supuesto han crecido desde 2014. Con unos 625 millones de usuarios de Internet en la India, y más del 80% del uso de Internet en teléfonos celulares, podría haber 625 millones de pares de ojos mirando las redes sociales durante la elección de 2019 –casi ocho veces más que en 2014.

Al mismo tiempo, aunque yo fui un pionero de Twitter entre los políticos indios, mi propia visión es que ninguna elección india se puede ganar o perder sólo en las redes sociales. Mientras que poco más de un tercio de la población de la India, y quizá por encima del 40% de sus votantes, utiliza las redes sociales, no hay estudios confiables sobre la frecuencia con que las utilizan para noticias u opiniones políticas. Podrían estar en chats grupales de Whatsapp o compartir fotos en Facebook de su fin de semana en la playa, y no debatir sobre los méritos de los partidos políticos que se disputan su distrito electoral. Todavía no existe un sustituto para las manifestaciones masivas, los discursos callejeros, el proselitismo puerta a puerta, los apretones de manos en los mercados y los espacios concurridos y las recorridas a bordo de un Jeep.

Y luego están las cifras. Twitter, la más “política” de las redes sociales, apenas tiene 30 millones de usuarios activos en la India, empequeñecida frente a Facebook y WhatsApp, que tienen más de 240 millones de usuarios activos cada una. Y, dadas las circunscripciones parlamentarias de unos 2 millones de personas cada una, Twitter sirve de poco para la movilización política. A diferencia de Estados Unidos, Twitter podría no ser útil para organizar una marcha masiva, o inclusive congregar a una reunión pública grande. No puede ser un sustituto de la campaña convencional.

Sin embargo, los partidos políticos han estado recurriendo extensivamente a las redes sociales este año. Además de su utilidad para enviar mensajes a través de memes, posters digitales y reenvíos de WhatsApp, el impacto indirecto de las redes sociales (como una fuente para las noticias de los medios “tradicionales”) las convierte en una herramienta de comunicación indispensable para los políticos. Y ahí es donde empieza el problema.

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WhatsApp es el medio favorito, porque el 82% de los usuarios de teléfonos celulares de la India han descargado la aplicación, y porque está dirigido a gente específica. Un partido político puede crear grupos definidos por sus intereses, casta o identidad religiosa, o por una cuestión o causa específica, y bombardearlos con mensajes para reforzar sus prejuicios y convencerlos de que el partido está con ellos. El partido gobernante, Bharatiya Janata (BJP), es el maestro de esta técnica, con medio millón de grupos de WhatsApp aproximadamente en todo el país. Su director de TI, Amit Malviya, declaró en marzo que “las próximas elecciones se librarán en el teléfono celular… En un sentido, se podría decir que serán elecciones de WhatsApp”.

El problema, sin embargo, es que el uso de redes sociales no siempre es benigno. La desinformación es moneda corriente en los grupos del BJP, que incluyen relatos inventados sobre lo que los principales políticos del Congreso (yo entre ellos) han dicho, e imágenes retocadas con Photoshop que retratan un comportamiento traidor de los líderes de la oposición. Las “noticias falsas” existen porque se han fabricado para satisfacer los intereses políticos de quienes las difunden. El peligro, entonces, es que muchos votos se emitirán en base a la desinformación. La actitud del BJP es que todo vale en el amor, la guerra y la política; pero la democracia india se está volviendo un daño colateral.

Tras ser informado del mal uso político de sus servicios, WhatsApp tomó medidas para limitar el daño, limitando los reenvíos, por ejemplo, a sólo cinco receptores para impedir que las mentiras se vuelvan virales. También decidió bloquear números identificados por la Comisión Electoral de la India como responsables de difundir “noticias falsas”, aunque esto pudiera retardar, pero no frenar, a los partidos culpables, que rápidamente encuentran números alternativos y crean más grupos. El BJP se beneficia de vastos ejércitos de personas, algunas pagas y algunas voluntarias, cuyo trabajo consiste en alimentar los apetitos voraces de esos grupos de WhatsApp.

Los temores de los demócratas no son infundados: se ha matado gente en base a rumores falsos de WhatsApp. Es sorprendente que cuando tuvieron lugar los bombardeos de Pascua en Sri Lanka, una de las primeras reacciones del gobierno fue cerrar las redes sociales del país. Pero la actitud es diferente cuando se trata de los mensajes políticos: en la India, cuando el propio gobierno tiene un interés especial, tiende a hacer la vista gorda ante los excesos de sus partidarios. En la elección en curso, se ha avanzado poco a la hora de frenar las “noticias falsas”, arrestar a quienes las difunden o limitar su alcance.

Las redes sociales ofrecen un conjunto maravillosamente útil de herramientas de comunicación que democratizan la expresión de la opinión pública. Pero en manos de políticos inescrupulosos que las consideran un medio de manipulación, las redes sociales pueden minar la propia democracia. Una vez que uno ha votado por la gente equivocada en base a información falsa, no hay nada que se pueda hacer hasta la próxima elección. En ese hecho reside el peligro que le plantean las redes sociales a la democracia india –y no sólo india.

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