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Ganadores y perdedores de la elección india

NUEVA DELHI – Cuando el 4 de junio se anunciaron los resultados de la elección general en la India, los principales perdedores fueron los analistas y encuestadores, que en forma casi unánime habían predicho una victoria aplastante del primer ministro Narendra Modi y su gobernante Partido Popular Indio (Bharatiya Janata Party, BJP). En varios estados las encuestas a boca de urna resultaron tan erradas que durante una transmisión en el canal de televisión en inglés más popular de la India, un destacado encuestador rompió en llanto al revelarse los resultados reales.

Es verdad que el BJP de Modi obtiene una vez más el poder. Pero su victoria se parece más a una derrota. En vez de ampliar de 303 a 370 escaños su enorme mayoría en la cámara baja del Parlamento, o «Lok Sabha» (como habían predicho Modi y su mano derecha, el ministro del interior Amit Shah), el BJP perdió 63 escaños.

De hecho, al BJP sólo le quedan 240 escaños, muchos menos que los 272 que se necesitan para ser mayoría. Como los partidos regionales que integran con el BJP la Alianza Democrática Nacional también terminaron lejos de las predicciones de Modi y Shah, ahora el BJP dependerá de un heterogéneo conjunto de aliados de la ADN para aprobar cualquier ley.

El segundo mayor perdedor fue el mismo Modi, que centró la elección en sí mismo, en un intento de capitalizar el culto a su persona que lleva años promoviendo. Y lo hizo sin el menor empacho: los certificados de vacunación contra la COVID‑19 llevaban su foto, en vez de mostrar a la persona vacunada; también se engalanaron con su imagen bolsones de granos distribuidos entre 800 millones de personas; y en estaciones de ferrocarril de todo el país se montaron «puntos para selfi» donde los viajeros podían posar con siluetas de Modi en tamaño real.

Tan inflados fueron los delirios de grandeza de Modi que al parecer se transformaron en delirios de divinidad. Durante la campaña electoral, dijo en una entrevista que antes creía haber nacido en forma biológica, pero que luego se convenció de ser un enviado directo del Todopoderoso para servir a la India. Aunque algunos hallarán esta declaración digna de vergüenza ajena, parece que a la gente le encantó: en una encuesta reciente, Modi obtuvo un índice de aprobación del 75%.

Pero ahora Modi se enfrenta al costado negativo de su estrategia: que el BJP no haya conseguido la mayoría dañó la reputación de Modi no sólo ante los votantes indios, sino también dentro de su partido, en el que ejerce hace tiempo un dominio indiscutido.

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De hecho, Modi ha tomado decisiones de suma importancia (por ejemplo, la desastrosa desmonetización de 2016 y la estricta cuarentena de 2020 por la pandemia de COVID) sin discutirlas con su gabinete. Pero es probable que esto cambie, porque destacadas figuras del BJP y los líderes de sus ahora indispensables aliados podrán empezarse a mostrarse más asertivos y poner coto a las tendencias cada vez más autocráticas de Modi.

Así como la victoria del BJP es una especie de derrota, la derrota de la resurgida oposición se parece mucho a una victoria. El opositor partido Congreso Nacional Indio (al que pertenezco) y sus socios en la Alianza Inclusiva Desarrollista Nacional de la India (INDIA por la sigla en inglés) tienen mucho que celebrar.

El CNI casi duplicó su total de escaños, de 52 a 99. Y a varios de sus aliados en INDIA (por ejemplo el Partido Samajwadi/Socialista de Uttar Pradesh, que consiguió 37 escaños, y el partido Congreso Trinamool de Bengala Occidental, que obtuvo 29) les fue mejor que nunca. Con control de 232 escaños, ahora INDIA es una fuerza formidable. La Lok Sabha ya no será una mera escribanía para la agenda de Modi.

Un aspecto sorprendente de la votación fue el rechazo generalizado a la «hindutva», la doctrina chauvinista hindú del BJP. Este perdió varios escaños que tenía «asegurados», justo en las circunscripciones donde la retórica de campaña de Modi fue más hinduista e inflamatoria, incluida Ayodhya, donde en enero inauguró un grandioso nuevo templo.

De hecho, los partidos opositores lograron importantes avances en el «bastión hindutva» del norte de la India, incluidos estados donde el juggernaut del BJP aplastó a la alianza opositora en 2019. Ahora el mapa político de la India es mucho más variado.

Es indudable que el mayor ganador de la reciente elección es la democracia india, que ha estado sujeta a crecientes tensiones durante la década de Modi en el poder. Da cuenta de ello la enorme caída de la India en diversos indicadores internacionales. Freedom House rebajó la calificación de la India de país «libre» a «parcialmente libre», mientras que el instituto Varieties of Democracy (V‑Dem) la ha reclasificado como «autocracia electoral». Con el BJP al mando, la India se ha convertido en un ejemplo cabal de la «desconsolidación mundial de la democracia».

Asimismo, la India ahora está en 111.º lugar entre los 125 países listados en el Índice Mundial del Hambre, y 159.º entre 180 en el Índice Mundial de Libertad de Prensa. El ministerio alemán de asuntos exteriores ha manifestado inquietud por el retroceso de la libertad de prensa, mientras que el gobierno británico cuestionó el hecho de que un documental de la BBC sobre el papel de Modi en un pogrom antimusulmán de 2002 en Guyarat, donde era jefe de ministros, haya sido prohibido en la India.

Otras entidades han planteado inquietudes parecidas. En Estados Unidos, la Comisión sobre la Libertad Religiosa Internacional está preocupada por el trato dado a las minorías, y el Departamento de Estado denunció violaciones de los derechos humanos en general. La Organización Mundial de la Salud ha cuestionado las poco creíbles cifras de mortalidad por COVID‑19 publicadas por el gobierno del BJP, y el Banco Mundial criticó el rechazo de la India a su índice sobre capital humano.

Felizmente, ahora todo indica que estas tendencias se revertirán. La oposición india está decidida a seguir luchando para restaurar una visión anterior de la India, en la que, citando las inmortales palabras del poeta bengalí Rabindranath Tagore, «la mente no tiene miedo y la cabeza se mantiene en alto».

El mes pasado escribí que en la India, «el cambio está en el aire». Pues bien, el cambio ya llegó, y ahora la mayoría de los indios respirará con más libertad.

Traducción: Esteban Flamini

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