LONDRES – Las protestas callejeras en Budapest contra la nueva legislación que rige las horas de trabajo extra –rápidamente apodada la “ley esclavista”- ponen de manifiesto la vulnerabilidad de las democracias antiliberales que han surgido en Europa central. La ley, introducida sin ninguna consulta, pretende limitar los costos laborales y la movilidad para mantener la inversión extranjera directa (IED) –y los empleos- en Hungría. También beneficia a los empleadores, incluyendo a la nueva elite políticamente conectada que rodea al primer ministro Viktor Orbán.
LONDRES – Las protestas callejeras en Budapest contra la nueva legislación que rige las horas de trabajo extra –rápidamente apodada la “ley esclavista”- ponen de manifiesto la vulnerabilidad de las democracias antiliberales que han surgido en Europa central. La ley, introducida sin ninguna consulta, pretende limitar los costos laborales y la movilidad para mantener la inversión extranjera directa (IED) –y los empleos- en Hungría. También beneficia a los empleadores, incluyendo a la nueva elite políticamente conectada que rodea al primer ministro Viktor Orbán.