MADRID – Cada inicio de curso, cuando los europeos regresan de sus vacaciones de verano, los llamamientos a la revisión estructural de la Unión Europea son prácticamente inevitables. Este año no será diferente, si bien el ímpetu por un cambio podría ser más potente que nunca.
MADRID – Cada inicio de curso, cuando los europeos regresan de sus vacaciones de verano, los llamamientos a la revisión estructural de la Unión Europea son prácticamente inevitables. Este año no será diferente, si bien el ímpetu por un cambio podría ser más potente que nunca.