PARÍS – En las imágenes de la crisis de los refugiados en Europa se han visto yuxtapuestas multitudes sonrientes en Viena y Múnich y caras adustas y hostiles en Budapest. El resultado ha sido una oleada de comentarios sobre las “dos Europas”: una acogedora y otra severa. La verdad es que los desacuerdos sobre si los países deben acoger a refugiados no son precisamente exclusivos de Europa. El contraste mostrado es sintomático de una profunda escisión en el mundo occidental.
PARÍS – En las imágenes de la crisis de los refugiados en Europa se han visto yuxtapuestas multitudes sonrientes en Viena y Múnich y caras adustas y hostiles en Budapest. El resultado ha sido una oleada de comentarios sobre las “dos Europas”: una acogedora y otra severa. La verdad es que los desacuerdos sobre si los países deben acoger a refugiados no son precisamente exclusivos de Europa. El contraste mostrado es sintomático de una profunda escisión en el mundo occidental.