PARÍS – En 2005, en la Real Academia de Bellas Artes de Londres, una prestigiosa exposición patrocinada por el Gobierno de China, “Los tres emperadores”, celebró la grandeza del arte chino. La pieza central era una pintura gigantesca de estilo europeo (jesuita) en la que aparecían representados los enviados del mundo occidental esperando en fila para presentar sus respetos al emperador chino. El mensaje no podría haber sido más explícito: “China está de regreso”. Occidente tendría que rendir tributo a China en el futuro del mismo modo en que se había postrado ante ella en el pasado.
PARÍS – En 2005, en la Real Academia de Bellas Artes de Londres, una prestigiosa exposición patrocinada por el Gobierno de China, “Los tres emperadores”, celebró la grandeza del arte chino. La pieza central era una pintura gigantesca de estilo europeo (jesuita) en la que aparecían representados los enviados del mundo occidental esperando en fila para presentar sus respetos al emperador chino. El mensaje no podría haber sido más explícito: “China está de regreso”. Occidente tendría que rendir tributo a China en el futuro del mismo modo en que se había postrado ante ella en el pasado.