Nunca falla. Después de pronunciar una conferencia o impartir un curso sobre la homosexualidad, en los que haya explicado por extenso por qué no se puede seguir considerándola una enfermedad, las preguntas son siempre las mismas: "¡Cuáles son los síntomas?" ¿"Tiene cura?" "¿Cómo podemos evitarla en nuestros hijos?" Incluso, en alguna ocasión: "¿Es contagiosa?"
Nunca falla. Después de pronunciar una conferencia o impartir un curso sobre la homosexualidad, en los que haya explicado por extenso por qué no se puede seguir considerándola una enfermedad, las preguntas son siempre las mismas: "¡Cuáles son los síntomas?" ¿"Tiene cura?" "¿Cómo podemos evitarla en nuestros hijos?" Incluso, en alguna ocasión: "¿Es contagiosa?"