MOSCÚ – A un guerrero de sillón, como el presidente estadounidense Donald Trump —quien recibió cinco prórrogas para servir en Vietnam— los asesinatos deben parecerle una solución mágica para la política exterior. Se elimina a los líderes enemigos mediante un ataque de drones o un rifle y... ¡abracadabra!, asunto solucionado. De hecho, no hay motivos históricos para creer que los asesinatos logren resolver algo, pero sí abundantes antecedentes de que empeoran muchísimo las cosas.
MOSCÚ – A un guerrero de sillón, como el presidente estadounidense Donald Trump —quien recibió cinco prórrogas para servir en Vietnam— los asesinatos deben parecerle una solución mágica para la política exterior. Se elimina a los líderes enemigos mediante un ataque de drones o un rifle y... ¡abracadabra!, asunto solucionado. De hecho, no hay motivos históricos para creer que los asesinatos logren resolver algo, pero sí abundantes antecedentes de que empeoran muchísimo las cosas.