ACCRA – Es bien sabido que las mujeres en las economías en desarrollo tienen menos oportunidades educativas y laborales que sus pares varones, lo que se traduce en tasas más altas de pobreza. En Ghana, por ejemplo, los hombres tienen tasas de empleo e ingresos más altos que las mujeres, y es menos probable que se vean envueltos en empleos vulnerables. Lo que no se sabe tanto es que, según algunas métricas, la brecha no se está achicando lo suficientemente rápido: las mujeres en las economías en desarrollo siguen representando un porcentaje significativo de las personas económicamente desventajadas. Si a esa mezcla le sumamos la discapacidad, los desafíos que enfrentan las mujeres son aún mayores.
ACCRA – Es bien sabido que las mujeres en las economías en desarrollo tienen menos oportunidades educativas y laborales que sus pares varones, lo que se traduce en tasas más altas de pobreza. En Ghana, por ejemplo, los hombres tienen tasas de empleo e ingresos más altos que las mujeres, y es menos probable que se vean envueltos en empleos vulnerables. Lo que no se sabe tanto es que, según algunas métricas, la brecha no se está achicando lo suficientemente rápido: las mujeres en las economías en desarrollo siguen representando un porcentaje significativo de las personas económicamente desventajadas. Si a esa mezcla le sumamos la discapacidad, los desafíos que enfrentan las mujeres son aún mayores.