CAMBRIDGE – El año pasado, Morris Chang, legendario fundador de la empresa líder de semiconductores de Taiwán (y del mundo), afirmó que «la globalización casi ha muerto». En un mundo en que la COVID-19 y la profundización de la rivalidad chino-estadounidense trastocaron las cadenas de aprovisionamiento, otros comentaristas se han hecho eco de su opinión y muchas empresas comenzaron a aplicar la «relocalización» y la «deslocalización cercana» a las compras de bienes; pero quienes piensan que la globalización ha llegado a su fin se equivocan, gran parte de la historia humana explica el porqué.
CAMBRIDGE – El año pasado, Morris Chang, legendario fundador de la empresa líder de semiconductores de Taiwán (y del mundo), afirmó que «la globalización casi ha muerto». En un mundo en que la COVID-19 y la profundización de la rivalidad chino-estadounidense trastocaron las cadenas de aprovisionamiento, otros comentaristas se han hecho eco de su opinión y muchas empresas comenzaron a aplicar la «relocalización» y la «deslocalización cercana» a las compras de bienes; pero quienes piensan que la globalización ha llegado a su fin se equivocan, gran parte de la historia humana explica el porqué.