MADRID – Desde que comenzó la pandemia, mucho se ha escrito sobre la globalización, sus inconvenientes en momentos de disrupción globales, y las supuestas bondades de un repliegue hacia el ámbito nacional. En este sentido, como en muchos otros, la crisis de la COVID-19 ha acelerado tendencias preexistentes. De hecho, la ratio del comercio respecto al PIB global —uno de los principales indicadores asociados a la globalización— ha seguido una tendencia descendente desde 2012, y los movimientos políticos antiglobalistas llevaban ya tiempo incrementado su popularidad.
MADRID – Desde que comenzó la pandemia, mucho se ha escrito sobre la globalización, sus inconvenientes en momentos de disrupción globales, y las supuestas bondades de un repliegue hacia el ámbito nacional. En este sentido, como en muchos otros, la crisis de la COVID-19 ha acelerado tendencias preexistentes. De hecho, la ratio del comercio respecto al PIB global —uno de los principales indicadores asociados a la globalización— ha seguido una tendencia descendente desde 2012, y los movimientos políticos antiglobalistas llevaban ya tiempo incrementado su popularidad.