WASHINGTON, DC – Cuando llevé a mis niños a recibir sus vacunas antipolio hace unos años, pensaba en la suerte que tenemos de vivir en un lugar donde podemos tener tan fácil acceso a intervenciones que pueden salvar vidas. No teníamos que hacer un largo viaje en bus ni caminar grandes distancias para llegar a la clínica, y no había razones para temer que no hubiera dosis disponibles.
WASHINGTON, DC – Cuando llevé a mis niños a recibir sus vacunas antipolio hace unos años, pensaba en la suerte que tenemos de vivir en un lugar donde podemos tener tan fácil acceso a intervenciones que pueden salvar vidas. No teníamos que hacer un largo viaje en bus ni caminar grandes distancias para llegar a la clínica, y no había razones para temer que no hubiera dosis disponibles.