BERLÍN – Tras la caída del Muro de Berlín, la recién reunificada Alemania se convirtió en un exponente destacado del orden liberal internacional emergente. El país se veía a sí mismo, y se presentaba al mundo, como una democracia abierta en lo económico con una “cultura de bienvenida” (Willkommenskultur) y comprometida con los derechos humanos. Si bien su peso económico la ubicó en los primeros puestos de las clasificaciones internacionales de poder blando, décadas de subinversión en las Bundeswehr (fuerzas armadas) hicieron que incidiera muy por debajo de su peso en lo militar.
BERLÍN – Tras la caída del Muro de Berlín, la recién reunificada Alemania se convirtió en un exponente destacado del orden liberal internacional emergente. El país se veía a sí mismo, y se presentaba al mundo, como una democracia abierta en lo económico con una “cultura de bienvenida” (Willkommenskultur) y comprometida con los derechos humanos. Si bien su peso económico la ubicó en los primeros puestos de las clasificaciones internacionales de poder blando, décadas de subinversión en las Bundeswehr (fuerzas armadas) hicieron que incidiera muy por debajo de su peso en lo militar.