BERLÍN – Poca gente fuera de Alemania conoce la caricatura que muchos alemanes tienen de sí mismos. Lejos del matón agresivo de la propaganda bélica del siglo veinte, el ingeniero perfeccionista de los anuncios de automóviles de Madison Avenue o el sabelotodo de la pantalla grande que sigue minuciosamente cada regla, muchos alemanes se ven a sí mismos como un dormilón en pijamas. Algunas veces sosteniendo una vela, este alemán es un personaje ingenuo y solitario, abrumado por el ruido del mundo a su alrededor.
BERLÍN – Poca gente fuera de Alemania conoce la caricatura que muchos alemanes tienen de sí mismos. Lejos del matón agresivo de la propaganda bélica del siglo veinte, el ingeniero perfeccionista de los anuncios de automóviles de Madison Avenue o el sabelotodo de la pantalla grande que sigue minuciosamente cada regla, muchos alemanes se ven a sí mismos como un dormilón en pijamas. Algunas veces sosteniendo una vela, este alemán es un personaje ingenuo y solitario, abrumado por el ruido del mundo a su alrededor.