NUEVA YORK – El pensamiento alemán en relación con la integración de la eurozona se basa en dos consignas: que las responsabilidades deben ir juntas con la capacidad de control (el riesgo compartido implica jurisdicción compartida); y que antes de empezar a compartir riesgos entre los países que usan el euro hay que resolver todos los riesgos ya creados. Desde 2010, el debate sobre cómo fortalecer el euro giró en torno de esas ideas, que son en gran medida responsables del escaso avance hacia la creación de una unión bancaria europea. Alemania (dicen sus gobernantes) está lista para embarcarse en un futuro común, pero sólo si Europa empieza desde cero.
NUEVA YORK – El pensamiento alemán en relación con la integración de la eurozona se basa en dos consignas: que las responsabilidades deben ir juntas con la capacidad de control (el riesgo compartido implica jurisdicción compartida); y que antes de empezar a compartir riesgos entre los países que usan el euro hay que resolver todos los riesgos ya creados. Desde 2010, el debate sobre cómo fortalecer el euro giró en torno de esas ideas, que son en gran medida responsables del escaso avance hacia la creación de una unión bancaria europea. Alemania (dicen sus gobernantes) está lista para embarcarse en un futuro común, pero sólo si Europa empieza desde cero.