CLEVELAND – Los seres humanos llevamos miles de años usando ingeniería genética para controlar la evolución de plantas y animales. Es inevitable que algún día también la usemos para modificar el rumbo de nuestra propia evolución. Hasta ahora, los ejemplos en ese sentido son pocos: hay servicios de citas en Internet que ya usan la compatibilidad genética de sus suscriptores como criterio de formación de parejas; también es cada vez más frecuente que se realicen exámenes genéticos sobre embriones y fetos, a pedido de los futuros padres, con el objetivo de que nazcan solamente aquellos que porten los genes más saludables; y los genetistas están mejorando (aunque lentamente) su capacidad para manipular directamente el ADN. Pero algo que nadie intenta hacer es introducir cambios genéticos en línea germinal (cambios que se transmitirán a las futuras generaciones).
CLEVELAND – Los seres humanos llevamos miles de años usando ingeniería genética para controlar la evolución de plantas y animales. Es inevitable que algún día también la usemos para modificar el rumbo de nuestra propia evolución. Hasta ahora, los ejemplos en ese sentido son pocos: hay servicios de citas en Internet que ya usan la compatibilidad genética de sus suscriptores como criterio de formación de parejas; también es cada vez más frecuente que se realicen exámenes genéticos sobre embriones y fetos, a pedido de los futuros padres, con el objetivo de que nazcan solamente aquellos que porten los genes más saludables; y los genetistas están mejorando (aunque lentamente) su capacidad para manipular directamente el ADN. Pero algo que nadie intenta hacer es introducir cambios genéticos en línea germinal (cambios que se transmitirán a las futuras generaciones).