MELBOURNE – Sin Nelson Mandela, la pesadilla del apartheid de Sudáfrica finalmente podría haber terminado. Sus ejecutores se habían pasado de la raya, y la paciencia del mundo para con ellos se había agotado. Pero, sin la moral elevada y el liderazgo político de Mandela, la transición habría sido larga, desagradable e inconmensurablemente sangrienta.
MELBOURNE – Sin Nelson Mandela, la pesadilla del apartheid de Sudáfrica finalmente podría haber terminado. Sus ejecutores se habían pasado de la raya, y la paciencia del mundo para con ellos se había agotado. Pero, sin la moral elevada y el liderazgo político de Mandela, la transición habría sido larga, desagradable e inconmensurablemente sangrienta.