MADRID – Es nuestra era la del triunfo de la hipérbole. Vivimos atrapados entre relatos de triunfos colosales y sucesos devastadores. Orilladas quedan la discusión realista, el progreso incremental y la erosión gradual. El ámbito de las relaciones internacionales no es una excepción y las crisis fatales y los grandes logros son sólo una parte de la historia. No advertir a tiempo tendencias, cambios sensacionales, conduce inexorablemente a problemas que pueden ser graves y, cuando detectados, demasiado tarde para ser solucionados.
MADRID – Es nuestra era la del triunfo de la hipérbole. Vivimos atrapados entre relatos de triunfos colosales y sucesos devastadores. Orilladas quedan la discusión realista, el progreso incremental y la erosión gradual. El ámbito de las relaciones internacionales no es una excepción y las crisis fatales y los grandes logros son sólo una parte de la historia. No advertir a tiempo tendencias, cambios sensacionales, conduce inexorablemente a problemas que pueden ser graves y, cuando detectados, demasiado tarde para ser solucionados.