ve909c.jpg Chris Van Es

¿Libertad de religión o libertad de expresión?

PRINCETON – El mes pasado, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas adoptó una resolución que condena la "difamación de la religión" como una violación de los derechos humanos. De acuerdo con el texto de la resolución, "La difamación de la religión es una seria afrenta a la dignidad humana" que deriva en "una restricción de la libertad de los seguidores de las religiones".

La resolución fue propuesta originalmente por la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), compuesta por 56 países, y fue presentada ante el Consejo de Derechos Humanos por Pakistán. Sostiene que estaba destinada a cuestiones como las caricaturas difamatorias del profeta Mahoma publicadas en un periódico danés hace tres años.

Alemania se opuso a la resolución. En nombre de la Unión Europea, un vocero alemán rechazó el concepto de "difamación de la religión" como no válido en un contexto de derechos humanos, porque los derechos humanos pertenecían a los individuos, no a las instituciones o a las religiones.

Muchas organizaciones no gubernamentales, tanto seculares como religiosas, también se opusieron a la resolución. Ronald Lauder, presidente del Congreso Judío Mundial, dijo que ese organismo consideraba que la resolución debilitaba "los derechos de los individuos a expresar sus opiniones".

Este parece ser un argumento sólido. Si bien los intentos por agitar el odio contra los seguidores de una religión, o por incitar a la violencia entre ellos, pueden reprimirse legítimamente, no debería suceder lo mismo con la crítica de la religión como tal.

La resolución no es vinculante, pero si los países decidieran implementar leyes que la hicieran entrar en vigencia, no cabe duda de que interferiría con la libertad de expresión. Para empezar, qué se considera "difamación de la religión" es motivo de disputa.

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Por ejemplo, la OCI dijo en su comunicado que al "Islam frecuente y erróneamente se lo asocia con violaciones de los derechos humanos y terrorismo". ¿Esas asociaciones son erróneas? Si la OCI desea cambiar la percepción que tiene mucha gente de que el Islam viola los derechos humanos, la mejor manera de lograrlo no es reprimiendo la libertad de expresión. La manera de cambiar ese tipo de percepción sería reunir evidencia en su contra, y argumentar que los derechos humanos -inclusive los derechos de las mujeres- están tan bien protegidos en los países islámicos como lo están en los países no islámicos.

Para demostrar que es un error asociar al Islam con el terrorismo, la OCI podría empezar por compilar estadísticas sobre las afiliaciones religiosas de quienes se involucran en actividades terroristas. Por el contrario, reprimir la libertad de expresión de los críticos del Islam simplemente lleva a sospechar que la evidencia y los argumentos sólidos no pueden comprobar que sus argumentos son erróneos.

Coincidentemente, en la misma semana en que Alemania y el Congreso Judío Mundial rechazaron la idea de que la difamación de la religión es una afrenta a la dignidad humana, y defendieron el derecho a la libertad de expresión, el máximo tribunal de Alemania pronunció su dictamen sobre un caso presentado por una organización judía, y dos individuos judíos. El tribunal se pronunció en contra del derecho de Gente a Favor del Tratamiento Ético de los Animales, un grupo de defensa de los derechos de los animales con sede en Estados Unidos (PETA, tal su sigla en inglés), a exhibir afiches que yuxtaponen fotografías de víctimas del Holocausto con fotografías de animales en granjas factorías y mataderos.

Los afiches llevan el título: "Para los animales, todos los humanos somos nazis" -una frase del escritor judío nacido en Polonia Isaac Bashevis Singer-. Según la corte, las leyes de Alemania en materia de libertad de expresión no protegían la campaña de PETA, porque hacer que "el destino de las víctimas del Holocausto parezca banal y trivial" era una ofensa contra la dignidad humana.

PETA, por supuesto, no sostenía que el destino de las víctimas del Holocausto fuera banal o trivial. Por el contrario, utilizaba el Holocausto -que, todos coincidiríamos, fue absolutamente horroroso- para sugerir, como lo hizo Isaac Bashevis Singer, que existen paralelos entre la manera en que los nazis trataban a los judíos y la manera en que nosotros tratamos a los animales. La conclusión a la que PETA quiere que lleguemos es que tanto el Holocausto como el confinamiento masivo y la matanza de animales son horrorosos. Una sociedad libre debería estar dispuesta a discutir una afirmación de esta naturaleza.

No obstante, más allá de los méritos de la campaña de PETA, quienes defendieron la libertad de expresión en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU deberían ser capaces de ver que el hecho de que algunas formas de discurso causen agravio no es razón suficiente para censurarlas. Si no se le permite a PETA manifestar su caso contra nuestro abuso de los animales de la mejor manera a su entender, porque hacerlo podría ofender a algunas personas, entonces también podría prohibirse la crítica de la religión con los mismos argumentos.

Si, por otra parte, los seguidores de una religión no tienen derecho a ser protegidos de las críticas formuladas contra su religión, entonces, incluso en Alemania, las víctimas del Holocausto y sus descendientes (entre los que me incluyo) no deberían estar protegidos de las campañas publicitarias que, aunque sin la intención de incitar al odio o a la violencia, pueden causarles ofensa.

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