Los escándalos de contabilidad en las corporaciones (de hecho, la historia económica de la última década) demuestran que los mercados financieros globales necesitan agencias reguladoras que sean políticamente independientes. La seguidilla de crisis financieras que marcó a la década de 1990 ha tenido muchas y variadas causas, pero usualmente las disposiciones regulatorias disfuncionales agravaron los efectos. Cada crisis puso en evidencia marcos legales débiles e ineficaces (a menudo mantenidos así deliberadamente por los políticos), una supervisión inadecuada y dispersa, y políticas de gracia que sólo un lobbista podría desear.
Los escándalos de contabilidad en las corporaciones (de hecho, la historia económica de la última década) demuestran que los mercados financieros globales necesitan agencias reguladoras que sean políticamente independientes. La seguidilla de crisis financieras que marcó a la década de 1990 ha tenido muchas y variadas causas, pero usualmente las disposiciones regulatorias disfuncionales agravaron los efectos. Cada crisis puso en evidencia marcos legales débiles e ineficaces (a menudo mantenidos así deliberadamente por los políticos), una supervisión inadecuada y dispersa, y políticas de gracia que sólo un lobbista podría desear.