LONDRES – Hasta principios del otoño pasado, la economía global parecía atascada en una trampa deflacionaria. Durante cinco años seguidos, el Fondo Monetario Internacional había reducido su pronóstico de crecimiento de mediano plazo. En febrero de 2016, la portada de The Economist decía que los banqueros centrales estaban "Sin municiones". En octubre, las Perspectivas de la Economía Mundial del FMI llevaban el título "Demanda reprimida: síntomas y remedios", aunque parecía haber más de lo primero que de lo segundo. El excedente de deuda privada que resultó de la creación excesiva de crédito antes de 2008 se mantuvo sin solución.
LONDRES – Hasta principios del otoño pasado, la economía global parecía atascada en una trampa deflacionaria. Durante cinco años seguidos, el Fondo Monetario Internacional había reducido su pronóstico de crecimiento de mediano plazo. En febrero de 2016, la portada de The Economist decía que los banqueros centrales estaban "Sin municiones". En octubre, las Perspectivas de la Economía Mundial del FMI llevaban el título "Demanda reprimida: síntomas y remedios", aunque parecía haber más de lo primero que de lo segundo. El excedente de deuda privada que resultó de la creación excesiva de crédito antes de 2008 se mantuvo sin solución.