CAMBRIDGE – Sea cual fuere el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos, una propuesta que probablemente continuará con vida es la introducción de un impuesto a las transacciones financieras (ITF). Si bien de ninguna forma es una idea alocada, un ITF no llega a ser la panacea que sus defensores de la izquierda dura sostienen que es. Sin duda, es un sustituto deficiente de una reforma fiscal profunda destinada a lograr que el sistema sea más simple, más transparente y más progresivo.
CAMBRIDGE – Sea cual fuere el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos, una propuesta que probablemente continuará con vida es la introducción de un impuesto a las transacciones financieras (ITF). Si bien de ninguna forma es una idea alocada, un ITF no llega a ser la panacea que sus defensores de la izquierda dura sostienen que es. Sin duda, es un sustituto deficiente de una reforma fiscal profunda destinada a lograr que el sistema sea más simple, más transparente y más progresivo.