OTTAWA– En abril de 1999, Larry Proctor, ciudadano estadounidense y propietario de una compañía de semillas, ganó una patente en la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (USPTO, por su sigla en inglés) para un poroto amarillo mexicano. La patente le confirió a Proctor derechos exclusivos sobre una variedad de porotos que llamó "Enola". Esa decisión es uno de los ejemplos más escandalosos de biopiratería en la historia de los sistemas de propiedad intelectual.
OTTAWA– En abril de 1999, Larry Proctor, ciudadano estadounidense y propietario de una compañía de semillas, ganó una patente en la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (USPTO, por su sigla en inglés) para un poroto amarillo mexicano. La patente le confirió a Proctor derechos exclusivos sobre una variedad de porotos que llamó "Enola". Esa decisión es uno de los ejemplos más escandalosos de biopiratería en la historia de los sistemas de propiedad intelectual.