BOULDER, COLORADO – La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), que está teniendo lugar en Madrid, debiera preparar el terreno para lograr compromisos climáticos nacionales más ambiciosos. En ningún otro país es esto más importante que en aquel donde el liderazgo para el cambio climático es menos probable: Estados Unidos,
Pero un nuevo informe que debiera dar esperanzas al mundo sobre la posibilidad de que no sea demasiado tarde para que EE. UU. siga un camino en línea con las aspiraciones mundiales para evitar los efectos más catastróficos del cambio climático. Será necesario el liderazgo sostenido de los estados, las ciudades y empresas de EE. UU. que ya han dado un paso adelante, junto con una renovada acción del gobierno federal.
EE. UU. es el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero en el mundo y ocupó el primer puesto en emisiones totales durante décadas. Aunque China lo superó en 2006, las emisiones acumuladas estadounidenses no tienen rival. Sin embargo, lejos de liderar la acción climática, bajo el gobierno del presidente Donald Trump EE. UU. ha dado marcha atrás en muchas normas federales sobre el clima y el medio ambiente, e indicó formalmente su intención de retirarse del acuerdo climático de París de 2015 a fines del año que viene.
Afortunadamente, el resto de EE. UU. no está siguiendo el ejemplo de Trump. A lo ancho del país, una gigantesca coalición de estados, ciudades, empresas, universidades y otros participantes ha declarado «seguimos comprometidos». A pesar del abandono oficial del acuerdo de París por el gobierno federal, la coalición dará los pasos necesarios para cumplir los compromisos ambientales estadounidenses
No es una declaración de castillos en el aire. Entre sus más de 3800 participantes —y el número continúa creciendo— se cuentan estados, ciudades y condados que representan el 65 % de la población de EE. UU., casi el 70 % del PBI del país — que equivale a una economía mayor a la china— y más de la mitad de las emisiones estadounidenses. Por ejemplo, 145 ciudades de EE. UU. se han comprometido a usar solo electricidad limpia y 6 ya lo han logrado.
Pero persisten algunas preguntas importantes. ¿Cuánto puede avanzar esta coalición para reducir las emisiones sin el apoyo del gobierno federal?, ¿y cuánto mejor sería la situación si el gobierno y el congreso estadounidenses volvieran a comprometerse con la acción climática? Éstas son las preguntas que America’s Pledge, una iniciativa de Bloomberg Philanthropies, ha estado trabajando para responder durante el último año.
Las conclusiones son tanto tranquilizantes como sobrecogedoras. Según el tercer informe, recién publicado, de la iniciativa «Accelerating America’s Pledge» (Acelerar el compromiso estadounidense), producido en colaboración con el Rocky Mountain Institute, la Universidad de Maryland y el Instituto de Recursos Mundiales), una acción más firme de los estados, la ciudades y las empresas podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 37 % (respecto de los niveles de 2005) para 2030.
En otras palabras, incluso sin el gobierno federal, EE. UU. podría reducir radicalmente las emisiones, mejorar la calidad del aire y estimular amplios beneficios económicos. Para lograr el éxito haría falta que una coalición ampliada de actores no federales actuara rápida y ambiciosamente para transformar los sistemas energético y de transporte, entre otras cosas, con el desarrollo de las medidas innovadoras que los estados, las ciudades y empresas estadounidenses ya están aplicando.
El impacto de ese movimiento promete extenderse más allá de la fronteras de EE. UU., apalancando los compromisos de abajo hacia arriba que existen el país para aumentar la ambición climática en todo el mundo. Esto ya está ocurriendo. Por ejemplo, Alliances for Climate Action conecta ciudades, estados, al sector privado, inversores, universidades y organizaciones de la sociedad civil en Argentina, Japón, México, Sudáfrica, EE. UU. y Vietnam para que puedan trabajar conjuntamente y con sus gobiernos nacionales para impulsar la acción climática.
Pero el papel del gobierno nacional continúa siendo importante. A pesar del potencial del liderazgo climático de abajo hacia arriba, es un hecho que los resultados son mucho mejores cuando se los combina con una coordinación y supervisión de arriba hacia abajo. El informe muestra que la recuperación de un compromiso agresivo del gobierno federal en EE. UU. para la acción climática, que adoptaría la forma de una estrategia integral «a fondo» podría reducir las emisiones en un 49% para 2030 y poner al país nuevamente en la senda para reducir a cero las emisiones netas para mediados de siglo.
Así, a pesar de tres años de indiferencia federal, la esperanza no está del todo perdida para la acción climática eficaz en EE. UU., pero no podemos darnos el lujo de tomar esto con calma. La transformación necesaria requerirá una amplia movilización de la ciudadanía, mayor productividad energética, innovación disruptiva, estructuras de mercado actualizadas e inversión progresista. El congreso y el poder ejecutivo estadounidenses deben actuar agresiva y rápidamente, poniendo el cambio climático y la transformación económica asociada en lo más alto de la agenda política.
Las recompensas serían formidables: más allá de los beneficios ambientales, los cambios delineados en el informe America’s Pledge, si se los diseña bien e implementa eficazmente, podrían impulsar la prosperidad, reducir los costos para los consumidores y mejorar la salud pública. Para 2030, la transformación económica podría generar resultados iguales o mejores en electricidad, vehículos y edificios que las tecnologías de combustibles fósiles… y a un menor precio.
Por ejemplo, ya es más barato cerrar las plantas eléctricas de carbón, para reemplazarlas con energía eólica y solar, que mantenerlas funcionando. Además, la transición creará nuevas oportunidades laborales y las carreras del futuro, que incluyen las energías renovables, la producción de vehículos eléctricos y la silvicultura sostenible (entre otras). El análisis reciente de la Comisión Global sobre la Economía y el Clima muestra que una acción climática inteligente puede crear beneficios económicos mundiales de 26 billones de USD para 2030 y generar 65 millones de puestos de trabajo.
Los actores estadounidenses no federales han creado cimientos sólidos para la acción climática y continúan impulsando el progreso, pero, para lograr la transformación necesaria con la velocidad necesaria, más funcionarios electos y líderes estadounidenses tendrán que dar un paso adelante.
Traducción al español por www.Ant-Translation.com
BOULDER, COLORADO – La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), que está teniendo lugar en Madrid, debiera preparar el terreno para lograr compromisos climáticos nacionales más ambiciosos. En ningún otro país es esto más importante que en aquel donde el liderazgo para el cambio climático es menos probable: Estados Unidos,
Pero un nuevo informe que debiera dar esperanzas al mundo sobre la posibilidad de que no sea demasiado tarde para que EE. UU. siga un camino en línea con las aspiraciones mundiales para evitar los efectos más catastróficos del cambio climático. Será necesario el liderazgo sostenido de los estados, las ciudades y empresas de EE. UU. que ya han dado un paso adelante, junto con una renovada acción del gobierno federal.
EE. UU. es el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero en el mundo y ocupó el primer puesto en emisiones totales durante décadas. Aunque China lo superó en 2006, las emisiones acumuladas estadounidenses no tienen rival. Sin embargo, lejos de liderar la acción climática, bajo el gobierno del presidente Donald Trump EE. UU. ha dado marcha atrás en muchas normas federales sobre el clima y el medio ambiente, e indicó formalmente su intención de retirarse del acuerdo climático de París de 2015 a fines del año que viene.
Afortunadamente, el resto de EE. UU. no está siguiendo el ejemplo de Trump. A lo ancho del país, una gigantesca coalición de estados, ciudades, empresas, universidades y otros participantes ha declarado «seguimos comprometidos». A pesar del abandono oficial del acuerdo de París por el gobierno federal, la coalición dará los pasos necesarios para cumplir los compromisos ambientales estadounidenses
No es una declaración de castillos en el aire. Entre sus más de 3800 participantes —y el número continúa creciendo— se cuentan estados, ciudades y condados que representan el 65 % de la población de EE. UU., casi el 70 % del PBI del país — que equivale a una economía mayor a la china— y más de la mitad de las emisiones estadounidenses. Por ejemplo, 145 ciudades de EE. UU. se han comprometido a usar solo electricidad limpia y 6 ya lo han logrado.
Pero persisten algunas preguntas importantes. ¿Cuánto puede avanzar esta coalición para reducir las emisiones sin el apoyo del gobierno federal?, ¿y cuánto mejor sería la situación si el gobierno y el congreso estadounidenses volvieran a comprometerse con la acción climática? Éstas son las preguntas que America’s Pledge, una iniciativa de Bloomberg Philanthropies, ha estado trabajando para responder durante el último año.
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Las conclusiones son tanto tranquilizantes como sobrecogedoras. Según el tercer informe, recién publicado, de la iniciativa «Accelerating America’s Pledge» (Acelerar el compromiso estadounidense), producido en colaboración con el Rocky Mountain Institute, la Universidad de Maryland y el Instituto de Recursos Mundiales), una acción más firme de los estados, la ciudades y las empresas podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 37 % (respecto de los niveles de 2005) para 2030.
En otras palabras, incluso sin el gobierno federal, EE. UU. podría reducir radicalmente las emisiones, mejorar la calidad del aire y estimular amplios beneficios económicos. Para lograr el éxito haría falta que una coalición ampliada de actores no federales actuara rápida y ambiciosamente para transformar los sistemas energético y de transporte, entre otras cosas, con el desarrollo de las medidas innovadoras que los estados, las ciudades y empresas estadounidenses ya están aplicando.
El impacto de ese movimiento promete extenderse más allá de la fronteras de EE. UU., apalancando los compromisos de abajo hacia arriba que existen el país para aumentar la ambición climática en todo el mundo. Esto ya está ocurriendo. Por ejemplo, Alliances for Climate Action conecta ciudades, estados, al sector privado, inversores, universidades y organizaciones de la sociedad civil en Argentina, Japón, México, Sudáfrica, EE. UU. y Vietnam para que puedan trabajar conjuntamente y con sus gobiernos nacionales para impulsar la acción climática.
Pero el papel del gobierno nacional continúa siendo importante. A pesar del potencial del liderazgo climático de abajo hacia arriba, es un hecho que los resultados son mucho mejores cuando se los combina con una coordinación y supervisión de arriba hacia abajo. El informe muestra que la recuperación de un compromiso agresivo del gobierno federal en EE. UU. para la acción climática, que adoptaría la forma de una estrategia integral «a fondo» podría reducir las emisiones en un 49% para 2030 y poner al país nuevamente en la senda para reducir a cero las emisiones netas para mediados de siglo.
Así, a pesar de tres años de indiferencia federal, la esperanza no está del todo perdida para la acción climática eficaz en EE. UU., pero no podemos darnos el lujo de tomar esto con calma. La transformación necesaria requerirá una amplia movilización de la ciudadanía, mayor productividad energética, innovación disruptiva, estructuras de mercado actualizadas e inversión progresista. El congreso y el poder ejecutivo estadounidenses deben actuar agresiva y rápidamente, poniendo el cambio climático y la transformación económica asociada en lo más alto de la agenda política.
Las recompensas serían formidables: más allá de los beneficios ambientales, los cambios delineados en el informe America’s Pledge, si se los diseña bien e implementa eficazmente, podrían impulsar la prosperidad, reducir los costos para los consumidores y mejorar la salud pública. Para 2030, la transformación económica podría generar resultados iguales o mejores en electricidad, vehículos y edificios que las tecnologías de combustibles fósiles… y a un menor precio.
Por ejemplo, ya es más barato cerrar las plantas eléctricas de carbón, para reemplazarlas con energía eólica y solar, que mantenerlas funcionando. Además, la transición creará nuevas oportunidades laborales y las carreras del futuro, que incluyen las energías renovables, la producción de vehículos eléctricos y la silvicultura sostenible (entre otras). El análisis reciente de la Comisión Global sobre la Economía y el Clima muestra que una acción climática inteligente puede crear beneficios económicos mundiales de 26 billones de USD para 2030 y generar 65 millones de puestos de trabajo.
Los actores estadounidenses no federales han creado cimientos sólidos para la acción climática y continúan impulsando el progreso, pero, para lograr la transformación necesaria con la velocidad necesaria, más funcionarios electos y líderes estadounidenses tendrán que dar un paso adelante.
Traducción al español por www.Ant-Translation.com