El miedo a las finanzas está en marcha. La desconfianza de la gente altamente remunerada que trabaja detrás de pantallas de computadoras haciendo algo que no parece un trabajo productivo es generalizada. A los que barajan papeles les está yendo mejor que a los productores; a los especuladores les están yendo mejor que a los administradores; a los operadores les está yendo mejor que a los emprendedores; a los árbitros les está yendo mejor que a los acumuladores; a los avispados les está yendo mejor que a los sólidos y, detrás de todo esto, el mercado financiero es más poderoso que el Estado.
El miedo a las finanzas está en marcha. La desconfianza de la gente altamente remunerada que trabaja detrás de pantallas de computadoras haciendo algo que no parece un trabajo productivo es generalizada. A los que barajan papeles les está yendo mejor que a los productores; a los especuladores les están yendo mejor que a los administradores; a los operadores les está yendo mejor que a los emprendedores; a los árbitros les está yendo mejor que a los acumuladores; a los avispados les está yendo mejor que a los sólidos y, detrás de todo esto, el mercado financiero es más poderoso que el Estado.