NUEVA YORK – Durante un viaje que hice a Etiopía en los noventa, me reuní con el primer ministro Meles Zenawi para intentar convencerlo de que dejara de encarcelar a periodistas. Unos años antes los guerrilleros de Meles habían derribado una dictadura represiva apoyada por la Unión Soviética, y después de eso aparecieron por doquier pequeños diarios, llenos de entusiasmo (y en algunos casos de inexactitudes), muchos de los cuales atacaban a Meles. Su respuesta fue la represión, con la introducción de leyes que criminalizaban lo que según él eran “insultos” al gobierno, además de multas y cárcel para los periodistas que publicaran datos inexactos. Pronto Etiopía se convirtió en uno de los principales encarceladores de periodistas del mundo.
NUEVA YORK – Durante un viaje que hice a Etiopía en los noventa, me reuní con el primer ministro Meles Zenawi para intentar convencerlo de que dejara de encarcelar a periodistas. Unos años antes los guerrilleros de Meles habían derribado una dictadura represiva apoyada por la Unión Soviética, y después de eso aparecieron por doquier pequeños diarios, llenos de entusiasmo (y en algunos casos de inexactitudes), muchos de los cuales atacaban a Meles. Su respuesta fue la represión, con la introducción de leyes que criminalizaban lo que según él eran “insultos” al gobierno, además de multas y cárcel para los periodistas que publicaran datos inexactos. Pronto Etiopía se convirtió en uno de los principales encarceladores de periodistas del mundo.