BRUSELAS – El comienzo de un nuevo año, y el inicio de una nueva década, es buen momento para una reflexión a más largo plazo sobre la política económica. En la década de 2010, dominada por las consecuencias de una crisis financiera extraordinaria, un fuerte estímulo monetario y fiscal estaba claramente justificado. De hecho, hoy en general se coincide en que la aplicación por casi todos los gobiernos de grandes expansiones fiscales seguidas de políticas monetarias no convencionales fue esencial para evitar que la Gran Recesión se convirtiera en una repetición de la Gran Depresión de los años treinta.
BRUSELAS – El comienzo de un nuevo año, y el inicio de una nueva década, es buen momento para una reflexión a más largo plazo sobre la política económica. En la década de 2010, dominada por las consecuencias de una crisis financiera extraordinaria, un fuerte estímulo monetario y fiscal estaba claramente justificado. De hecho, hoy en general se coincide en que la aplicación por casi todos los gobiernos de grandes expansiones fiscales seguidas de políticas monetarias no convencionales fue esencial para evitar que la Gran Recesión se convirtiera en una repetición de la Gran Depresión de los años treinta.