WASHINGTON, DC – En los últimos cinco años, la eurozona ha mantenido, sin el consentimiento popular expreso, una estricta orientación política sobre austeridad fiscal y reformas estructurales –a pesar de las serias repercusiones sociales, no solo en los países del mediterráneo e Irlanda, sino también en un país central de la Unión Europea, como Francia. A menos que los líderes de la eurozona reflexionen sobre su enfoque, el éxito del partido radical Syriza en Grecia en las elecciones generales llevadas a cabo recientemente podría resultar ser solo un paso adelante hacia la fragmentación social e inestabilidad política futuras en Europa. O podría marcar el inicio de una reorientación positiva y realista de la estrategia económica de Europa.
WASHINGTON, DC – En los últimos cinco años, la eurozona ha mantenido, sin el consentimiento popular expreso, una estricta orientación política sobre austeridad fiscal y reformas estructurales –a pesar de las serias repercusiones sociales, no solo en los países del mediterráneo e Irlanda, sino también en un país central de la Unión Europea, como Francia. A menos que los líderes de la eurozona reflexionen sobre su enfoque, el éxito del partido radical Syriza en Grecia en las elecciones generales llevadas a cabo recientemente podría resultar ser solo un paso adelante hacia la fragmentación social e inestabilidad política futuras en Europa. O podría marcar el inicio de una reorientación positiva y realista de la estrategia económica de Europa.