Tras la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los europeos estaban de acuerdo con que la investigación científica no sólo impulsaría sus economías, sino que les permitiría lograr una gran autonomía tecnológica en relación con los Estados Unidos y actuaría como un catalizador del cambio social. La Real Sociedad Británica propició la creación de la Sociedad alemana Max Planck en el supuesto de que la solidaridad entre las comunidades científicas internacionales podría contribuir a la reconciliación entre los antiguos enemigos. Como resultado, se fundaron grandes proyectos como el CERN (Centro Europeo para la Investigación Nuclear), la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Organización Europea de Biología Molecular, para ayudar a unificar las iniciativas europeas de investigación en ciencias básicas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los europeos estaban de acuerdo con que la investigación científica no sólo impulsaría sus economías, sino que les permitiría lograr una gran autonomía tecnológica en relación con los Estados Unidos y actuaría como un catalizador del cambio social. La Real Sociedad Británica propició la creación de la Sociedad alemana Max Planck en el supuesto de que la solidaridad entre las comunidades científicas internacionales podría contribuir a la reconciliación entre los antiguos enemigos. Como resultado, se fundaron grandes proyectos como el CERN (Centro Europeo para la Investigación Nuclear), la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Organización Europea de Biología Molecular, para ayudar a unificar las iniciativas europeas de investigación en ciencias básicas.