BERLIN – Desde hace dos años, una tras otra las cumbres europeas han terminado con garantías de que -al final- se habían tomado las medidas necesarias para controlar la crisis de deuda soberana de la eurozona. A la mayoría se las retrató públicamente como grandes avances, aunque en la realidad no lo eran. Por lo general, pasaban unos tres días hasta que los mercados se daban cuenta y la crisis entraba en una nueva ronda.
BERLIN – Desde hace dos años, una tras otra las cumbres europeas han terminado con garantías de que -al final- se habían tomado las medidas necesarias para controlar la crisis de deuda soberana de la eurozona. A la mayoría se las retrató públicamente como grandes avances, aunque en la realidad no lo eran. Por lo general, pasaban unos tres días hasta que los mercados se daban cuenta y la crisis entraba en una nueva ronda.