0b537a0046f86fa80b11ed03_m4857.jpg

La década perdida de Europa

MILAN – "Nunca confesar un fracaso. Siempre que se esté a punto de no lograr un objetivo, simplemente postergar el plazo. Tarde o temprano, se logrará". Esta sencilla regla, que se usó ampliamente en Europa del Este en los días del socialismo, es también popular entre los burócratas de la Unión Europea en Bruselas hoy en día.

El 24 de marzo de 2010, lo que todos los observadores de los asuntos europeos saben desde hace tiempo tendrá su confirmación formal: la UE no logró alcanzar los objetivos de crecimiento económico, eficiencia y modernización fijados hace diez años en Lisboa. En lugar de convertirse en "la economía más dinámica del mundo", está perdiendo terreno.

La brecha del ingreso per cápita de la UE15 (los países que eran miembros antes del ingreso de estados principalmente post-comunistas en 2004) en relación con los Estados Unidos -que se tomó como referencia para varios objetivos- sigue siendo la misma, 30 a 40%, dependiendo del ajuste de paridad de poder de compra. Como un todo, la UE no ha logrado ninguno de los objetivos cuantitativos establecidos en la Estrategia de Lisboa. Y todos los objetivos cualitativos, que se añadieron al proceso con posterioridad, se han usado principalmente para alimentar burocracias nacionales que preparan planes con el llamado "método de coordinación abierta".

En lugar de buscar las razones de este fracaso general, la UE está emitiendo un documento que llama a fijar nuevos y ambiciosos objetivos para 2020. Parece que podemos hablar con palabras altisonantes y soñar por otros diez años.

¿Qué falló en la Estrategia de Lisboa? Básicamente, todo, y especialmente el método. Las reglas sin vigilancia ni mecanismos de aplicación no son más que retórica. La "presión de los pares" que se debería haber ejercido en el método de coordinación abierta ha sido una potente herramienta para ejercer "protección de pares" al justificar las demoras en el logro de los objetivos.

En segundo lugar, los objetivos mismos eran inadecuados, y también eran demasiados. Quienes se atrevieron a reunirlos en un listado obtuvieron totales de tres dígitos. La única justificación para una lista así de larga es que cada gobierno podría así aducir que había logrado al menos un objetivo: un trofeo para exhibir en casa.

Secure your copy of PS Quarterly: Age of Extremes
PS_Quarterly_Q2-24_1333x1000_No-Text

Secure your copy of PS Quarterly: Age of Extremes

The newest issue of our magazine, PS Quarterly: Age of Extremes, is here. To gain digital access to all of the magazine’s content, and receive your print copy, subscribe to PS Premium now.

Subscribe Now

Más aún, los objetivos implican principalmente políticas que no precisan de coordinación supranacional, como políticas laborales, cuidado infantil y pensiones. Eso explica lo blando del método y la ausencia de sanciones para los países que retrasaran el proceso. Además, por lo general los objetivos se fijaron en términos de resultados más que de instrumentos de políticas. El gobierno de un país que recibiera un empujón positivo desde afuera podría alcanzar un objetivo incluso sin tener que hacer nada para lograrlo.

Por todas estas razones, posponer Lisboa para el 2020 no tiene ningún sentido. En lugar de desperdiciar tiempo y dinero público para crear o mantener la burocracia de Lisboa, la UE debería monitorear estrechamente el logro de los objetivos nacionales y de toda la Unión que impliquen incidencias significativas entre jurisdicciones. Un caso claro es la protección ambiental. Los objetivos de Kyoto para 2012 son alcanzables. Cualquier demora por parte de un país en el avance en esa dirección podría poner en peligro los esfuerzos realizados en otros países.

Otro ejemplo es la distribución energética. La UE está todavía muy lejos de tener un mercado energético único, lo que la hace más costosa para las empresas y los hogares y reduce la eficiencia. En este respecto, hay fuertes razones para establecer objetivos válidos para toda la UE, en lugar de tener simplemente objetivos nacionales y sanciones para países que no liberalizan sus mercados.

En su lugar, se podría establecer otros objetivos a nivel de la UE, recompensando a los países que más contribuyen a su logro. Uno de esos objetivos es la inmigración de mano de obra calificada. Europa está perdiendo en la competencia mundial por los talentos, y la recesión global está dando una oportunidad de rediseñar la geografía de las dotaciones de capital humano.

Si se apoyaran a nivel europeo, las políticas de migración selectiva y los ambientes de fomento a los talentos podrían mejorar significativamente el balance neto de migración calificada, que en la actualidad es negativo o cero en todos los países de la UE. Existe un conjunto de cerca de 300 millones de graduados a los que llegar, y hay evidencias contundentes de que reaccionan a los cambios a los incentivos económicos al decidir sobre sus opciones de reubicación.

En este contexto, hay claras incidencias entre jurisdicciones, no en menor grado porque los talentos van a donde existe una masa crítica de oportunidades laborales para ellos. A menudo se desplazan como "parejas potentes", buscando buenos trabajos para ambos miembros adultos del hogar. Puesto que destinos populares como Estados Unidos y Canadá están aplicando recortes a los presupuestos para investigación y educación pública y se enfrentan a la necesidad de aumentar las tasas de impuestos superiores, Europa tiene una oportunidad única para atraer migrantes calificados y reducir el éxodo de los investigadores europeos.

El llamado proceso de la "tarjeta azul" hasta ahora no ha tenido gran éxito, porque no había incentivos para que los estados individuales coordinaran sus políticas. ¿Por qué no condicionar el apoyo de la UE a los investigadores nacionales a que se adopten políticas de migración selectivas? Sería el primer paso serio hacia la creación de un mercado laboral único en Europa.

Si Europa diera esos pasos, se vería no sólo como la tierra de la redistribución, sino también como un lugar en que se cuida el medio ambiente, la distribución energética es eficiente y el talento se recompensa con generosidad.

https://prosyn.org/voVc6mces