Mientras los europeos contemplaban al Presidente Bush tropezar con la muerte, la destrucción y el caos provocados por el huracán Katrina en Nueva Orleáns, algunos no pudieron por menos de darse palmaditas en la espalda y decir: “Gracias a Dios por nuestra solidaridad social”.
Mientras los europeos contemplaban al Presidente Bush tropezar con la muerte, la destrucción y el caos provocados por el huracán Katrina en Nueva Orleáns, algunos no pudieron por menos de darse palmaditas en la espalda y decir: “Gracias a Dios por nuestra solidaridad social”.