BRUSELAS – Los europeos por fin tienen un momento de respiro con respecto a pagar precios altísimos por el gas. Gracias a la disminución de la demanda por parte de los hogares y del sector industrial (baja impulsada por los esfuerzos de ahorro de energía y un invierno más suave de lo habitual) acoplada con el incremento de fuentes alternativas (como la eólica y la nuclear), los precios del gas han caído a niveles que no se vieron desde antes de que Rusia invadiera Ucrania el pasado mes de febrero. Pero los precios podrían volver a subir, y los gobiernos deberían permitir que esto ocurra.
BRUSELAS – Los europeos por fin tienen un momento de respiro con respecto a pagar precios altísimos por el gas. Gracias a la disminución de la demanda por parte de los hogares y del sector industrial (baja impulsada por los esfuerzos de ahorro de energía y un invierno más suave de lo habitual) acoplada con el incremento de fuentes alternativas (como la eólica y la nuclear), los precios del gas han caído a niveles que no se vieron desde antes de que Rusia invadiera Ucrania el pasado mes de febrero. Pero los precios podrían volver a subir, y los gobiernos deberían permitir que esto ocurra.