HONOLULU – Mi sobrina de tres años cree firmemente en el poder de “los chicos buenos”. Siempre que voy de visita, me arrastra hasta la biblioteca que tiene en su habitación y empieza a sacar un libro tras otro. Todos terminan igual: en cualquier batalla, grande o pequeña, los buenos siempre ganan.
HONOLULU – Mi sobrina de tres años cree firmemente en el poder de “los chicos buenos”. Siempre que voy de visita, me arrastra hasta la biblioteca que tiene en su habitación y empieza a sacar un libro tras otro. Todos terminan igual: en cualquier batalla, grande o pequeña, los buenos siempre ganan.