NUEVA YORK – La crisis del virus del Ébola nos recuerda, una vez más, del lado negativo de la globalización. No sólo las cosas buenas – como por ejemplo los principios de justicia social e igualdad de género – cruzan las fronteras con más facilidad que nunca antes, también lo hacen las influencias malignas, tales como los problemas ambientales y las enfermedades.
NUEVA YORK – La crisis del virus del Ébola nos recuerda, una vez más, del lado negativo de la globalización. No sólo las cosas buenas – como por ejemplo los principios de justicia social e igualdad de género – cruzan las fronteras con más facilidad que nunca antes, también lo hacen las influencias malignas, tales como los problemas ambientales y las enfermedades.