NUEVA YORK – Después de haber huido del país para eludir el castigo por una condena por abuso sexual en 1977, el cineasta franco-polaco Roman Polanski sigue siendo un paria en Estados Unidos. Pero eso no impide que pueda ofrecer una buena lectura del lugar. Su último filme, El oficial y el espía, capta magistralmente la atmósfera febril de un país consumido por las mentiras y las conspiraciones, liderado por demagogos incendiarios y traicionado por elites sumisas que tienen demasiado miedo de hablar en defensa de los valores nacionales.
NUEVA YORK – Después de haber huido del país para eludir el castigo por una condena por abuso sexual en 1977, el cineasta franco-polaco Roman Polanski sigue siendo un paria en Estados Unidos. Pero eso no impide que pueda ofrecer una buena lectura del lugar. Su último filme, El oficial y el espía, capta magistralmente la atmósfera febril de un país consumido por las mentiras y las conspiraciones, liderado por demagogos incendiarios y traicionado por elites sumisas que tienen demasiado miedo de hablar en defensa de los valores nacionales.