SEÚL – A mediados de noviembre, todos los ojos virarán hacia Seúl, cuando los líderes del G-20 se reunan por primera vez en la capital surcoreana. La elección venía demorada desde hacía tiempo, ya que Corea del Sur es una historia de éxito notable: en una generación, los surcoreanos, anteriormente sacudidos por la guerra civil, bajo constante amenaza de su hermano comunista del norte, durante mucho tiempo sumidos en la pobreza y gobernados por dictadores militares durante 40 años, han construido la décimo tercera economía más importante del mundo y la democracia más vibrante de Asia.
SEÚL – A mediados de noviembre, todos los ojos virarán hacia Seúl, cuando los líderes del G-20 se reunan por primera vez en la capital surcoreana. La elección venía demorada desde hacía tiempo, ya que Corea del Sur es una historia de éxito notable: en una generación, los surcoreanos, anteriormente sacudidos por la guerra civil, bajo constante amenaza de su hermano comunista del norte, durante mucho tiempo sumidos en la pobreza y gobernados por dictadores militares durante 40 años, han construido la décimo tercera economía más importante del mundo y la democracia más vibrante de Asia.