WASHINGTON, DC – El lunes 24 de febrero las bolsas estaban cerca de máximos históricos, cuando de pronto la pandemia de COVID-19 arrastró al mundo a una crisis financiera. Después de eso, la dirigencia internacional se las ingenió para empeorar una situación ya de por sí mala. El 6 de marzo, Rusia y Arabia Saudita empezaron una guerra de precios del petróleo que asestó un nuevo golpe a los mercados mundiales. Y el 11 de marzo, el discurso televisado del presidente estadounidense Donald Trump, donde anunció la suspensión casi total del ingreso de personas desde Europa a Estados Unidos, llevó la crisis a un nivel totalmente nuevo y hundió a los mercados financieros en un pánico sin paliativos.
WASHINGTON, DC – El lunes 24 de febrero las bolsas estaban cerca de máximos históricos, cuando de pronto la pandemia de COVID-19 arrastró al mundo a una crisis financiera. Después de eso, la dirigencia internacional se las ingenió para empeorar una situación ya de por sí mala. El 6 de marzo, Rusia y Arabia Saudita empezaron una guerra de precios del petróleo que asestó un nuevo golpe a los mercados mundiales. Y el 11 de marzo, el discurso televisado del presidente estadounidense Donald Trump, donde anunció la suspensión casi total del ingreso de personas desde Europa a Estados Unidos, llevó la crisis a un nivel totalmente nuevo y hundió a los mercados financieros en un pánico sin paliativos.