BERKELEY – La globalización está entrando en una nueva era, misma que se define no sólo según los flujos transfronterizos de bienes y capitales, sino que se define también, cada vez más, según los flujos de datos e información. Este desplazamiento parece favorecer a las economías avanzadas, cuyas industrias se encuentran a la vanguardia en cuanto al uso de tecnologías digitales en sus productos y operaciones. ¿Se quedarán relegados los países en vías de desarrollo?
Durante décadas, competir por el negocio mundial de manufactura de bajo costo parecía ser el camino más prometedor para que los países de bajos ingresos asciendan por la escalera del desarrollo. El comercio mundial de bienes aumentó de representar un 13,8% del PIB mundial en el año 1985 ($2 millones de millones de dólares) a representar un 26,6% ($16 millones de millones de dólares) en el 2007. Impulsados por la demanda y la externalización de las economías avanzadas, los mercados emergentes ganaron una porción cada vez mayor del pujante comercio de bienes; hasta el año 2014 dichos mercados daban cuenta de más de la mitad de los flujos comerciales mundiales.
A partir de la Gran Recesión, sin embargo, el crecimiento del comercio mundial de bienes se ha estancado, debido principalmente a la demanda anémica proveniente de las principales economías del mundo y la fuerte caída de los precios de las materias primas. No obstante, los cambios estructurales más profundos también desempeñan un papel. Muchas empresas están simplificando y acortando sus cadenas de suministro. En el caso de una variedad de productos, la automatización significa que las decisiones relativas a la externalización y la elección del lugar de producción ya no dependen principalmente de los costos laborales. La calidad del talento, la infraestructura, los costos de energía y la velocidad del mercado están asumiendo mayor preponderancia en ese tipo de decisiones. En un futuro próximo, las impresiones 3D podrían reducir aún más la necesidad de realizar envíos de bienes a través de largas distancias.
Si el comercio de bienes realmente ha llegado a su pico con relación al PIB mundial, será más difícil que los países pobres de África, América Latina y Asia se desarrollen a través de convertirse en los próximos grandes talleres de manufactura del mundo. Sin embargo, la globalización propiamente dicha no está en retirada. Si bien el comercio mundial de bienes se ha estancado y los flujos financieros transfronterizos han caído fuertemente desde el año 2007, los flujos de información digital han aumentado: el uso de ancho de banda transfronterizo ha crecido 45 veces en la última década, lo que lleva que circulen ideas, contenidos intelectuales e innovación alrededor de todo el mundo.
Una nueva investigación de McKinsey Global Institute (MGI) determina que los flujos transfronterizos de bienes, servicios, finanzas, personas y datos durante este periodo hicieron que el PIB mundial aumente en alrededor de un 10% – es decir que se incremente en aproximadamente unos $7,8 millones de millones de dólares adicionales, en el año 2014 solamente. Los flujos de datos representaron un estimado de $2.8 millones de millones de millones dólares de este incremento, ejerciendo un impacto mayor en comparación con el impacto que tiene el comercio mundial de bienes – este es un hallazgo sorprendente, si se tiene en cuenta que las redes de comercio del mundo se han desarrollado durante siglos, mientras que los flujos de datos transfronterizos emergieron hace apenas 15 años.
La digitalización afecta a todo: la naturaleza de los bienes que cambian de manos; el universo de posibles proveedores y clientes; el método de entrega, así como el capital y la escala que se necesitan para operar a nivel mundial. Se amplían las oportunidades para más tipos de empresas, personas y países que participan en la economía mundial. También proporciona a los países y empresas de todo el mundo una oportunidad para redefinir sus ventajas comparativas y competitivas. Por ejemplo, mientras que Estados Unidos pudo haber estado en desventaja en un mundo donde los costos de mano de obra eran de suma importancia en las cadenas de valor de manufactura a nivel mundial, la globalización digital apoya directamente los puntos fuertes que tiene este país en tecnología e innovación.
A primera vista, este cambio hacia la globalización digital, parecería trabajar en contra de los países en vías de desarrollo que tienen grandes reservas de mano de obra barata, pero cuyos sistemas de infraestructura y educación son inadecuados. Las economías avanzadas dominan el índice de conectividad preparado por MGI en su versión más reciente, este índice clasifica a los países tanto según sus flujos de entrada como según sus flujos de salida de bienes, servicios, finanzas, personas y datos, de manera relativa con su tamaño y su participación porcentual en cada tipo de flujo mundial. Estos flujos se concentran desproporcionadamente entre un pequeño grupo de países, que incluye a EE.UU., el Reino Unido, Alemania y Singapur, con enormes brechas entre los países líderes y los rezagados. China es la única economía emergente que ha llegado a situarse entre las diez primeras en el índice.
Sin embargo, los flujos digitales ofrecen a los países en vías de desarrollo nuevas formas de relacionarse con la economía mundial. Los costos marginales cercanos a cero de las comunicaciones y transacciones digitales crean nuevas oportunidades para llevar a cabo operaciones transfronterizas en una escala masiva. Alibaba, Amazon, eBay, Flipkart, y Rakuten están convirtiendo a millones de pequeñas empresas alrededor de todo el mundo en exportadores “micro-multinacionales”. Las empresas con sede en los países en vías de desarrollo puedan superar las limitaciones del mercado local y conectarse con clientes, proveedores, financiación y talento alrededor de todo el mundo. El doce por ciento del comercio mundial de bienes ya se lleva a cabo mediante canales de comercio electrónico (ecommerce).
Es más, un país no tiene que desarrollar su propio Valle del Silicón para beneficiarse. Los países de la periferia de la red de flujos de datos a nivel mundial pueden beneficiarse más que los países en el centro. Las conexiones digitales promueven el crecimiento de la productividad; en verdad, las conexiones digitales pueden ayudar a que las economías en vías de desarrollo se desplacen a la vanguardia de la productividad, al exponer a sus sectores empresariales a ideas, investigaciones, tecnologías y mejores prácticas operacionales y de gestión, y al construir nuevos canales para prestar servicios a los grandes mercados mundiales.
Sin embargo, el Internet no puede ofrecer tales mejoras de eficiencia y transparencia a menos que los países desarrollen la infraestructura digital necesaria para conectar en línea a la enorme población mundial que no está conectada. El número de usuarios de Internet en todo el mundo supera ya los 3,2 millones de millones, pero a finales de 2015, el 57% de la población mundial, es decir cuatro millones de millones de personas, permanecían fuera de línea, y muchos de los que sí están en línea, lo estaban solamente mediante el uso de teléfonos celulares básicos. En muchos países en desarrollo, la conectividad es demasiado lenta, poco fiable o costosa como para permitir que los empresarios y las personas saquen el máximo provecho de las nuevas oportunidades educativas y de negocios a nivel mundial.
Los sistemas educativos también tendrán que mantenerse a ritmo para satisfacer la demanda de habilidades digitales y fluidez de idiomas. Si bien el 40% de la población mundial está conectada a Internet, el 20% aún no saben leer ni escribir. De acuerdo con otro estudio reciente de MGI, también existen grandes diferencias de género en cuanto al acceso a las tecnologías digitales alrededor de todo el mundo, y esta falta de acceso impide el empoderamiento económico y social de las mujeres. Los países rezagados que no promueven la igualdad de género, que no invierten en educación y que no adoptan reformas regulatorias y de gobierno, se arriesgan a quedar aún más rezagados en la cosecha de los beneficios significativos que trae consigo la globalización.
La globalización del siglo XXI, impulsada por la digitalización y los rápidos cambios en la ventaja competitiva, puede causar perturbaciones en las industrias, empresas y comunidades locales y causar pérdida de empleos, incluso mientras estimula una mayor productividad, aumenta el empleo en general, y genera ganancias a lo largo de toda la economía. Los gobiernos deben considerar estas ganancias a costa de pérdidas con cuidado, y desarrollar formas de apoyar a aquellos que se ven perjudicados por los flujos mundiales, dándoles rutas de acceso a nuevas funciones y medios de vida. Hasta la fecha, pocos gobiernos han hecho esto. Irónicamente, la reacción política contra la globalización está ganando impulso en muchos lugares, incluso a medida que la digitalización aumenta las oportunidades y los beneficios económicos que la globalización ofrece.
Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.
BERKELEY – La globalización está entrando en una nueva era, misma que se define no sólo según los flujos transfronterizos de bienes y capitales, sino que se define también, cada vez más, según los flujos de datos e información. Este desplazamiento parece favorecer a las economías avanzadas, cuyas industrias se encuentran a la vanguardia en cuanto al uso de tecnologías digitales en sus productos y operaciones. ¿Se quedarán relegados los países en vías de desarrollo?
Durante décadas, competir por el negocio mundial de manufactura de bajo costo parecía ser el camino más prometedor para que los países de bajos ingresos asciendan por la escalera del desarrollo. El comercio mundial de bienes aumentó de representar un 13,8% del PIB mundial en el año 1985 ($2 millones de millones de dólares) a representar un 26,6% ($16 millones de millones de dólares) en el 2007. Impulsados por la demanda y la externalización de las economías avanzadas, los mercados emergentes ganaron una porción cada vez mayor del pujante comercio de bienes; hasta el año 2014 dichos mercados daban cuenta de más de la mitad de los flujos comerciales mundiales.
A partir de la Gran Recesión, sin embargo, el crecimiento del comercio mundial de bienes se ha estancado, debido principalmente a la demanda anémica proveniente de las principales economías del mundo y la fuerte caída de los precios de las materias primas. No obstante, los cambios estructurales más profundos también desempeñan un papel. Muchas empresas están simplificando y acortando sus cadenas de suministro. En el caso de una variedad de productos, la automatización significa que las decisiones relativas a la externalización y la elección del lugar de producción ya no dependen principalmente de los costos laborales. La calidad del talento, la infraestructura, los costos de energía y la velocidad del mercado están asumiendo mayor preponderancia en ese tipo de decisiones. En un futuro próximo, las impresiones 3D podrían reducir aún más la necesidad de realizar envíos de bienes a través de largas distancias.
Si el comercio de bienes realmente ha llegado a su pico con relación al PIB mundial, será más difícil que los países pobres de África, América Latina y Asia se desarrollen a través de convertirse en los próximos grandes talleres de manufactura del mundo. Sin embargo, la globalización propiamente dicha no está en retirada. Si bien el comercio mundial de bienes se ha estancado y los flujos financieros transfronterizos han caído fuertemente desde el año 2007, los flujos de información digital han aumentado: el uso de ancho de banda transfronterizo ha crecido 45 veces en la última década, lo que lleva que circulen ideas, contenidos intelectuales e innovación alrededor de todo el mundo.
Una nueva investigación de McKinsey Global Institute (MGI) determina que los flujos transfronterizos de bienes, servicios, finanzas, personas y datos durante este periodo hicieron que el PIB mundial aumente en alrededor de un 10% – es decir que se incremente en aproximadamente unos $7,8 millones de millones de dólares adicionales, en el año 2014 solamente. Los flujos de datos representaron un estimado de $2.8 millones de millones de millones dólares de este incremento, ejerciendo un impacto mayor en comparación con el impacto que tiene el comercio mundial de bienes – este es un hallazgo sorprendente, si se tiene en cuenta que las redes de comercio del mundo se han desarrollado durante siglos, mientras que los flujos de datos transfronterizos emergieron hace apenas 15 años.
La digitalización afecta a todo: la naturaleza de los bienes que cambian de manos; el universo de posibles proveedores y clientes; el método de entrega, así como el capital y la escala que se necesitan para operar a nivel mundial. Se amplían las oportunidades para más tipos de empresas, personas y países que participan en la economía mundial. También proporciona a los países y empresas de todo el mundo una oportunidad para redefinir sus ventajas comparativas y competitivas. Por ejemplo, mientras que Estados Unidos pudo haber estado en desventaja en un mundo donde los costos de mano de obra eran de suma importancia en las cadenas de valor de manufactura a nivel mundial, la globalización digital apoya directamente los puntos fuertes que tiene este país en tecnología e innovación.
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A primera vista, este cambio hacia la globalización digital, parecería trabajar en contra de los países en vías de desarrollo que tienen grandes reservas de mano de obra barata, pero cuyos sistemas de infraestructura y educación son inadecuados. Las economías avanzadas dominan el índice de conectividad preparado por MGI en su versión más reciente, este índice clasifica a los países tanto según sus flujos de entrada como según sus flujos de salida de bienes, servicios, finanzas, personas y datos, de manera relativa con su tamaño y su participación porcentual en cada tipo de flujo mundial. Estos flujos se concentran desproporcionadamente entre un pequeño grupo de países, que incluye a EE.UU., el Reino Unido, Alemania y Singapur, con enormes brechas entre los países líderes y los rezagados. China es la única economía emergente que ha llegado a situarse entre las diez primeras en el índice.
Sin embargo, los flujos digitales ofrecen a los países en vías de desarrollo nuevas formas de relacionarse con la economía mundial. Los costos marginales cercanos a cero de las comunicaciones y transacciones digitales crean nuevas oportunidades para llevar a cabo operaciones transfronterizas en una escala masiva. Alibaba, Amazon, eBay, Flipkart, y Rakuten están convirtiendo a millones de pequeñas empresas alrededor de todo el mundo en exportadores “micro-multinacionales”. Las empresas con sede en los países en vías de desarrollo puedan superar las limitaciones del mercado local y conectarse con clientes, proveedores, financiación y talento alrededor de todo el mundo. El doce por ciento del comercio mundial de bienes ya se lleva a cabo mediante canales de comercio electrónico (ecommerce).
Es más, un país no tiene que desarrollar su propio Valle del Silicón para beneficiarse. Los países de la periferia de la red de flujos de datos a nivel mundial pueden beneficiarse más que los países en el centro. Las conexiones digitales promueven el crecimiento de la productividad; en verdad, las conexiones digitales pueden ayudar a que las economías en vías de desarrollo se desplacen a la vanguardia de la productividad, al exponer a sus sectores empresariales a ideas, investigaciones, tecnologías y mejores prácticas operacionales y de gestión, y al construir nuevos canales para prestar servicios a los grandes mercados mundiales.
Sin embargo, el Internet no puede ofrecer tales mejoras de eficiencia y transparencia a menos que los países desarrollen la infraestructura digital necesaria para conectar en línea a la enorme población mundial que no está conectada. El número de usuarios de Internet en todo el mundo supera ya los 3,2 millones de millones, pero a finales de 2015, el 57% de la población mundial, es decir cuatro millones de millones de personas, permanecían fuera de línea, y muchos de los que sí están en línea, lo estaban solamente mediante el uso de teléfonos celulares básicos. En muchos países en desarrollo, la conectividad es demasiado lenta, poco fiable o costosa como para permitir que los empresarios y las personas saquen el máximo provecho de las nuevas oportunidades educativas y de negocios a nivel mundial.
Los sistemas educativos también tendrán que mantenerse a ritmo para satisfacer la demanda de habilidades digitales y fluidez de idiomas. Si bien el 40% de la población mundial está conectada a Internet, el 20% aún no saben leer ni escribir. De acuerdo con otro estudio reciente de MGI, también existen grandes diferencias de género en cuanto al acceso a las tecnologías digitales alrededor de todo el mundo, y esta falta de acceso impide el empoderamiento económico y social de las mujeres. Los países rezagados que no promueven la igualdad de género, que no invierten en educación y que no adoptan reformas regulatorias y de gobierno, se arriesgan a quedar aún más rezagados en la cosecha de los beneficios significativos que trae consigo la globalización.
La globalización del siglo XXI, impulsada por la digitalización y los rápidos cambios en la ventaja competitiva, puede causar perturbaciones en las industrias, empresas y comunidades locales y causar pérdida de empleos, incluso mientras estimula una mayor productividad, aumenta el empleo en general, y genera ganancias a lo largo de toda la economía. Los gobiernos deben considerar estas ganancias a costa de pérdidas con cuidado, y desarrollar formas de apoyar a aquellos que se ven perjudicados por los flujos mundiales, dándoles rutas de acceso a nuevas funciones y medios de vida. Hasta la fecha, pocos gobiernos han hecho esto. Irónicamente, la reacción política contra la globalización está ganando impulso en muchos lugares, incluso a medida que la digitalización aumenta las oportunidades y los beneficios económicos que la globalización ofrece.
Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.