PARÍS – Hace cincuenta años, la creencia popular era que los países ricos dominaban a los países pobres, y se suponía en general que los ricos seguirían volviéndose más ricos y los pobres, más pobres, por lo menos en términos relativos. Economistas como Gunnar Myrdal en Suecia, Andre Gunder Frank en Estados Unidos y François Perroux en Francia advertían sobre la creciente desigualdad entre los países, el desarrollo del subdesarrollo y la dominación económica. Al comercio y a la inversión extranjera se los miraba con sospecha.
PARÍS – Hace cincuenta años, la creencia popular era que los países ricos dominaban a los países pobres, y se suponía en general que los ricos seguirían volviéndose más ricos y los pobres, más pobres, por lo menos en términos relativos. Economistas como Gunnar Myrdal en Suecia, Andre Gunder Frank en Estados Unidos y François Perroux en Francia advertían sobre la creciente desigualdad entre los países, el desarrollo del subdesarrollo y la dominación económica. Al comercio y a la inversión extranjera se los miraba con sospecha.