COPENHAGUE – A medida que las aguas sucias de la inteligencia artificial se propagan por Internet, crece la preocupación por el futuro de la información de alta calidad. Sin datos precisos y relevantes generados por humanos, el colapso de los modelos -con los que la inteligencia artificial generativa se entrena en base a sus propios resultados y se degrada gradualmente- parece inevitable. Los gigantes tecnológicos, plenamente conscientes de este riesgo, han tomado atajos y eludido la legislación sobre derechos de autor en su búsqueda de datos de entrenamiento para sus grandes modelos de lenguaje.
COPENHAGUE – A medida que las aguas sucias de la inteligencia artificial se propagan por Internet, crece la preocupación por el futuro de la información de alta calidad. Sin datos precisos y relevantes generados por humanos, el colapso de los modelos -con los que la inteligencia artificial generativa se entrena en base a sus propios resultados y se degrada gradualmente- parece inevitable. Los gigantes tecnológicos, plenamente conscientes de este riesgo, han tomado atajos y eludido la legislación sobre derechos de autor en su búsqueda de datos de entrenamiento para sus grandes modelos de lenguaje.