MILÁN – Los economistas no suelen preocuparse demasiado por la competitividad internacional de los países, el comercio y la inversión transfronterizos suelen beneficiar a ambas partes y si un país crece más rápidamente los demás se benefician, ya que pueden aprovechar ese mercado en expansión. Es la productividad interna, no la capacidad de ganarles a los demás, lo que determina la prosperidad nacional; por eso Paul Krugmanafirmó hace 30 años que la competitividad es una «obsesión peligrosa».
MILÁN – Los economistas no suelen preocuparse demasiado por la competitividad internacional de los países, el comercio y la inversión transfronterizos suelen beneficiar a ambas partes y si un país crece más rápidamente los demás se benefician, ya que pueden aprovechar ese mercado en expansión. Es la productividad interna, no la capacidad de ganarles a los demás, lo que determina la prosperidad nacional; por eso Paul Krugmanafirmó hace 30 años que la competitividad es una «obsesión peligrosa».