AUSTIN – Existe una mitología política odiosa en Estados Unidos que tiene que ver con el bipartidismo, según la cual los adversarios encarnizados, heridos por la batalla, encuentran puntos de coincidencia, mancomunan esfuerzos y avanzan juntos hacia la puesta del sol. Es básicamente una tontería. Ulysses S. Grant no se reconcilió con Robert E. Lee después de Appomattox. Franklin D. Roosevelt no se reconcilió con Herbert Hoover durante la Gran Depresión, ni John F. Kennedy se reconcilió con Richard Nixon después de la elección de 1960. Podemos detectar reminiscencias empalagosas del intercambio de lisonjas entre Ronald Reagan y Tip O’Neill. Pero el verdadero O´Neill peleó contra Reagan -por principios y en la política- con todo lo que tenía a su alcance.
AUSTIN – Existe una mitología política odiosa en Estados Unidos que tiene que ver con el bipartidismo, según la cual los adversarios encarnizados, heridos por la batalla, encuentran puntos de coincidencia, mancomunan esfuerzos y avanzan juntos hacia la puesta del sol. Es básicamente una tontería. Ulysses S. Grant no se reconcilió con Robert E. Lee después de Appomattox. Franklin D. Roosevelt no se reconcilió con Herbert Hoover durante la Gran Depresión, ni John F. Kennedy se reconcilió con Richard Nixon después de la elección de 1960. Podemos detectar reminiscencias empalagosas del intercambio de lisonjas entre Ronald Reagan y Tip O’Neill. Pero el verdadero O´Neill peleó contra Reagan -por principios y en la política- con todo lo que tenía a su alcance.