BEIRUT – Después de pasar tan sólo tres días con refugiados y trabajadores encargados de prestar la ayuda humanitaria en el Líbano y Turquía, el carácter apocalíptico de la crisis de Siria resulta más que evidente: más de 100.000 muertes, nueve millones de personas desplazadas, dos millones de niños sin poder ir a la escuela, enfermedades como las poliomielitis que reaparecen y los países vecinos que se esfuerzan para afrontar las oleadas de refugiados.
BEIRUT – Después de pasar tan sólo tres días con refugiados y trabajadores encargados de prestar la ayuda humanitaria en el Líbano y Turquía, el carácter apocalíptico de la crisis de Siria resulta más que evidente: más de 100.000 muertes, nueve millones de personas desplazadas, dos millones de niños sin poder ir a la escuela, enfermedades como las poliomielitis que reaparecen y los países vecinos que se esfuerzan para afrontar las oleadas de refugiados.